LUCHA Y SUPERVIVENCIA

El ser humano somos un animal que no somos capaces de sobrevivir por nosotros mismos, necesitamos un padre, una madre, un progenitor, que nos alimente, nos dé calor y velo por nuestros sueños. És lo que le espera a mi abichuelita. No obstante, desde que necemos, aprendemos a luchar: un recien nacido no espera que le demos de comer para solicitar ayuda, el primer llanto ya es una llamada de atención, una petición de auxilio: socorro, acabo de llegar, no sé que es lo que hay aqui fuera, he tenido que salir porque ya no cabía en esa cálida cueva donde he estado guarnecido varios meses ¡ayudadme!.
Dicen que el primer trauma que sufres en la vida es precisamente el nacimiento.No se puede saber con certeza puesto que nadie recuerda cómo se sintio cuando asomo su cabeza al mundo. Hay quien dice que ese recuerdo es tan doloroso que precisamente por eso de olvida. Puede que también ocurra que las neuronas no están lo suficientemente desarroyadas para almacenar ese primer episodio de nuestra vida en el cerebro. Sea como sea, salimos adelante. Empezamos a luchar. Seguir pelando cuando nos duele el estómago y lloramos para que nos den de comer o nos ayuden a echar los gases. Y asi toda la vida: andar, hablar, el colegio, el instituto, el primer trabajo, formar tu propia familia... estamos acostumbrados a luchar. Y si somos deportistas, más. Combatimos unas marcas, contra un puerto de montaña, contra el dolor muscular, contra el cansancio. Y aun así, habeces nos venimos abajo, pero seguimos luchando y aquí entra la supervivencia. Cuando estamos undidos luchamos y entonces hay un momento que la luz empieza a salir, dice el refrán que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo aguante, así pues, poco a poco te vas recuperando. El dolor remite. Entonces negocias con él. Vale. Te he sufrido. Me has estado invadiendo durate todo este tiempo. Reconozco que te he necesitado. Si, te he necesitado. No sentirte significaría no ser capaz de sentir dolor, y si no soy capaz de sentir dolor, tampoco soy capaz de sentir alegria. Pero es hora de darte unas vacaciones. Voy ha descansar de ti, dolor. Voy a continuar con mi vida, sé que no podré olvidarte, pero seguiré adelante, caminando. Sé que de vez en cuando volveras, la herida que me hiciste está cicatrizando y con los cambios de tiempo volveré a notarla, su rasto ahí está, forma parte de mi mismo, al igual que esos musculos fuertes que me dio el deporte, esa capacidad de luchar por conseguir lo que quiero, esos momentos bonitos que he vivido a lo largo de mi vida y que siguen reflejandose en mis ojos cuando los recurdos y los comparto con la gente a la que quiero. y con esos otros que están por venir.
Dedicado a tí, papa, felicidades, luchamos y sobrevivimos en tú ausencia, aunque te tenemos y te sentimos a un centimetro de nuestro pecho, dentro de nuestro corazón.

Ah, y ya sabes, otro/a más, ya tienes 8 nietecitos!!!.